Rosa M. Tristán | Madrid
- Pertenece a una familia muy rara que se extinguió al final del Cretáceo
- Se cree que desaparecieron cuando se diversificaron las plantas con flores
Ha sido bautizado como 'Iberofoveopsis miguelesi', lo que significaría "el Opsis perforado Ibérico de Migueles», y vivía en el entorno de Sant Just de Utrillas (Teruel) hace unos 110 millones de años. Se trata de un insecto, de una familia de hemípteros extinta (llamada Perforissidae), de la que existen muy pocos registros en todo el mundo y con su nombre se rinde un homenaje a uno de los colaboradores de su hallazgo, Miguel Angel González Míguez.
El ejemplar fue encontrado en las excavaciones que se llevaron a cabo en el yacimiento en 2007. "Por su aspecto recuerda a las chicharras pequeñas y otros 'saltahojas' y su estado de conservación en el ámbar, que es muy transparente, es espectacular. Se ven todos los detalles, como si fuera un insecto actual", explica a ELMUNDO.es el autor del hallazo, Enrique Peñalver, del Instituto Geológico y Minero de España (IGME).
Por lo que han podido averiguar, se trata de una hembra adulta que conserva su largo y grueso ovopositor, con el que pondría sus huevos dentro de los tejidos de las plantas. En la cabeza y el tórax tiene un gran número de perforaciones que se cree que eran detectores de la humedad, dado que la necesitaban para vivir y en su entorno era muy variable.
No se sabe con exactitud por qué esta familia no pudo sobrevivir al Cretáceo, si bien Peñalver tiene una teoría: "Estas 'cigarrillas' se adaptaron muy bien a las primeras plantas con flores que hubo en la Tierra, las angiospermas, y cuando éstas comenzaron a diversificarse, puede ser que no fueran capaces de adaptarse como otros 'saltahojas'".
Lo que sí se sabe es que se alimentaban de la savia de las plantas y se protegían de sus depredadores con un color similar a la flora que les rodeaba, y que también se ha extinguido.
Para poder conservar y estudiar el insecto, los investigadores, que publican su trabajo en la revista 'Alvia', recurrieron a una resina inventada por la NASA, que es totalmente transparente.
No es la única pieza de 110 millones de años encontrada en Sant Just. Allí también apareció una tela de araña con sus presas, la termita 'Aragonitermes teruelensis', las avispas 'Cretevania montoyai' y 'Cretevania alcalai' o el 'Hispanothrips utrillensis'.
Fuente: Diario EL MUNDO
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